sábado, 8 de noviembre de 2014

¿Es necesario el feminismo?

Hace 10 años y 7 meses (aproximadamente) comenzó mi lucha. Durante todo este tiempo he conocido a montones de compañeras, cientos de organizaciones y escuchado miles de voces, que en uno u otro momento me han hecho pararme a pensar.

El motivo por el que hoy escribo este post es una cuestión feminista, de aquí y ahora, que no podemos volver a guardar en el cajón. Cierto es que el feminismo esta malinterpretado por las masas, que aunque cada día son mas las personas que se declaran feministas, sigue siendo más una cuestión teórica que practica, dando grandes discursos sobre la materia o simplemente poniendo en los estatutos de esa nueva entidad la palabra "feminismo" y por muchas es sabido que la hora de llevarlo a la practica las feministas siguen siendo esos grupúsculos de cinco mujeres y un par de hombres que son recluidos a un grupo de trabajo para que no den mucho la lata.

Algunas, ya cansadas de esto, ponen en practica esas teorías feministas que tanto trabajo han costado aprender, pues la teoría feminista, aunque no lo parezca, no es fácil. Desde que te levantas y hasta que te acuestas, vas dando topetazos contra un muro de hipocresía que, aunque está agrietado desde hace tiempo, parece imposible derrumbar.

Desde quien hace y sirve el desayuno hasta quien abre la cama y quien está dentro, son cuestiones feministas. Pasando por las relaciones de pareja, los cuidados mutuos a compañeras, la lista de la compra, la entrevista de trabajo o esa tutoria para hablar de una tesis cualquiera lo son, aunque tu no lo creas.

Como ejemplo, escribiré un día cualquiera en la vida de una de nosotras:


Te levantas, sea la hora que sea, sin muchas ganas de ver el mundo exterior, pero con un claro objetivo: sobrevivir un día más.

Miras como tu madre está haciendo sus labores voluntarias (pues todas sabemos que a las madres las encanta ese trabajo, sin ningún tipo de sometimiento) y te dispones a "arreglarte"(aunque nadie te ha dicho que estabas rota) para esa entrevista de trabajo que esperas, sea la ultima en muchos años. Peinado atípico, maquillaje más atípico aun, escote y taconazo (tienes que parecer una mujer de bien pero, ¡CUIDADO! no una cualquiera). Camino al tren más cercano que te lleve a esa gran entrevista, te encuentras cada 20 pasos (si tienes suerte, si no pueden ser menos) con algún agradable ciudadano dispuesto a decirte lo mucho que vales (los piropos hay que agradecerlos, ¿No?)

llegas a la estación y a la hora de subir al tren todo vuelve a ser una fiesta, los pantalones, talla 36 que te has puesto (pues la 38 es para gordas, todas los sabemos) no están de acuerdo en tu intento de subir al vagón (un metro por encima de tus posibilidades) haciendo un gran esfuerzo agarras el asidero y te impulsas (si, si, a pulso) como una grácil hoja movida por el viento (gracias a esos músculos que tienes desde que vas al gym, también voluntariamente) y entras al tren ¡VICTORIA! una vez en el tren puedes tener la suerte de que alguien haya visto todo lo anterior y te ceda el asiento, por un pensamiento parecido a "Pobrecita, casi no puede andar" pero eso no impedirá que el señor que te cede el asiento, un amable y apuesto caballero de unos 200 años, que vuelve a recordarte lo mucho que vales, olvide alejarse el espacio suficiente para que puedas respirar ( ¡Oh, huele a sobaco, el aroma favorito de toda dama) o puedes no tener tanta suerte y que te toque ir de pie la larga hora que tienes por delante hasta tu destino, mientras todo tipo de agradables seres se restriegan contra ti para que sepas de su existencia (OJO, es solo una cuestión de falta de espacio, no te lo tomes mal) 

Llegas a tu destino: la entrevista. Como llegas con tiempo de sobre decides entrar a ese humilde bar de barrio a tomarte un café/lo-que-sea y el AMABLE y APUESTO camarero te dice algo así como: ¿Que quieres tomar, bonita? (es un lujo que con los tiempos que corren todavía queden caballeros Bonita, esa gran palabra). Y una vez en la entrevista, no sin antes haber pasado el examen de todos los AMABLES y APUESTOS caballeros del bar, que te dedican sus amables y apuestas sonrisas antes de irte, llega la primera duda, si te entrevista una mujer es correcto darla dos besos, si es un hombre puedes darle un apretón de manos. ¡QUE NO, QUE ESO ES SOLO PARA MACHOS! Así que casi sin que te des cuenta al darte esos dos besos ya saben varias cosas de ti, que fumas, que no tienes vehículo propio y que al parecer no te has duchado en las ultimas dos semanas (¡Bendito transporte público!) Te hacen las típicas preguntas que le harían a cualquier persona y que hacen que la entrevista transcurra de la siguiente manera (incluyo la variación según las respuestas):
-¿Tienes pareja? No; ¿Hijos?; No; ¿Afiliación sindical?, No; ¿Experiencia en el sector?, Si; Ya te llamaremos (con una leve sonrisa). 
-¿Tienes pareja? Si; ¿Hijos?; No; ¿Piensas tenerlos pronto?, Puede; Ya te llamaremos (obviamente, sin sonrisa). 

Y de nuevo, todo el trayecto en tren para volver a casa.

Esa tarde tienes la suerte de tener una reunión (probablemente poco productiva, pero necesaria) en lo que se denomina un "espacio feminista". Este espacio si es bueno, aquí puedes ser tu libremente porque todos tus compañeros, concienciados, te tratan como a una más. (...¿Donde está el grillo?) Así que la reunión empieza y se abre el debate, no sin antes empoderar a las mujeres haciéndolas tomar acta, moderar, o lo que toque en ese momento (más tarde, en el bar, algún COMPAÑERO dirá que no es justo que el 90% de las secretarias sean mujeres, que eso es menospreciarlas) Y empieza el debate, que puede ser parecido a esto:
Macho lanza pregunta. hembra da respuesta valida-macho hace como que hembra no existe y da otra respuesta- otra hembra da una opción alternativa a todo lo anterior que es sin duda la mejor hasta el momento- macho que abrió debate decide aplazar la decisión hasta la próxima reunión ya que no hay propuestas sobre la mesa, no sin antes haber cortado con indiferencia a las hembras parlantes o, en su defecto, haberlas corregido alzando la voz (pero para que se le escuche, sin intención de imponer nada)

Una vez en el bar, con un claro empate numérico macho-hembra, tres a tres y en esta disposición: macho, macho, hembra, hembra, macho, hembra al rededor de la mesa, al camarero se le hace el siguiente pedido (cada uno con su voz y su decisión) Zumo, Fanta, cerveza, tinto de verano, cerveza, mosto. ¿Adivináis como decide el camarero repartirlo? Sin más que añadir.

Llegas a casa, algo cansada tras otro intenso día en el que prácticamente has hecho más bien poco, y allí está tu pareja, esperando con los huevos llenos de amor a que hagas la cena y después, se la comas. (Si suena brusco, imaginad lo que es vivirlo todos los días) Así que después de hacer la cena, cenar, recoger la mesa y fregar los platos (y puede que los suelos, que para algo eres una mujer de bien) te metes a la cama con tu libro del momento para dedicarte a ti misma (que ya es hora) los últimos minutos del día. Pero...¿No se te ha olvidado algo? ¡TRANQUILA! Ahí está tu macho para recordartelo. Esta conversación puede parecer ficticia, pero viene a ser algo así:

(Macho) Nena, tengo ganas de ti.
(Hembra) Estoy cansada.
(M) Es que no me has hecho caso en todo el día
(H) Le cuenta, alzando algo la voz, como ha sido su día a ver si con un poco de suerte la deja en paz
(M) Pues eso, que follamos y así te relajas
Y tras una hora de tira y afloja (aproximadamente) ella cae ante las peticiones de el, con la esperanza de que acabe pronto y así tener algo de tiempo para pensar en lo triste que es que continuamente el sistema te viole, y que cuando tienes 10 minutos para pararte a pensarlo sea tu pareja quien lo haga. 


Una vez llegados a este punto de la lectura, puede pareceros algo exagerado, pero os aseguro que la mayoría de mujeres que lo lean pensaran "Que mal, se la ha olvidado escribir sobre esto, eso y aquello" Pero tranquilos, queridos lectores, que si no os gusta este escrito siempre podréis alegar que lo escribí "en esos días"


Espero argumentos en los que alguien me convenza de que no es necesario pasar de la teoría a la practica y que no debemos insistir en que nuestros espacios vitales, del tipo que sean, sean feministas.