jueves, 12 de abril de 2012

Micromachismos del día a día.

Escribo esta entrada un poco cansada de ciertas situaciones, situaciones como tener que hacer las labores del hogar porque al ser mujer las hago mucho mejor que mis hermanos, cansada de tener que alzar la voz en reuniones para que se me escuche como a cualquiera de mis compañeros, y más cansada aún de tener que ir megaescotada a las entrevistas de trabajo para tener la mínima oportunidad laboral.

En una de las últimas entrevistas a la que acudí, desecharon a todas las mujeres que vivían con su pareja (ya que existía la posibilidad de que se quedaran embarazas) y también a las mayores de 30 años, alegando el entrevistador que una mujer de esa edad debe tener atendido a su marido, a sus hijos y su hogar antes de querer ser económicamente independiente.

En la última reunión a la que acudí, la mayor parte de mis propuestas gustaron al resto de mis compañeros, aunque debo añadir que fue "gracias" a la labor de uno de mis compañeros que, cada vez que yo terminaba de hablar, repetía (generosamente) lo que acababa de decir.

No voy a pedir perdón por ser portadora de una vagina (que es como me ve la mayoría de la sociedad), ni acatar leyes absurdas, dictadas por mandatarios absurdos que cuándo ven a una mujer solo piensan en que puede parir votantes. Pero seguiré luchando y dejando claro al mundo cuándo se están rebasando los limites de mi paciencia. Manifiesto aquí que no aguantaré más miradas a mis pechos, ni cuando hablo, ni cuando callo, ya que no tengo la culpa de que estén siempre presentes, ni aguantaré más usurpación de voz, no necesito que se reconozcan mis méritos, pero no esta de más pedir que se me escuche cuándo hablo, ya que de lo contrario empezaré a tomar medidas que no creo que gusten a la mayoría de mis círculos.

Lanzo aquí mi pequeña reflexión de la semana: ¿DE QUE ME SIRVE TENER VOTO SI CAREZCO DE VOZ?

1 comentario:

  1. Los primeros casos que comentas en esta entrada no los consideraría yo micromachismos, sino machismo puro y duro.

    En lo de las reuniones... qué te voy a decir que no sepas, yo tengo un volumen bajo de voz, pero me veo obligado a subirlo en ocasiones para que se me oiga, y me resulta superincómodo. Creo que a vosotras se os suma eso con la falta de seguridad en vosotras mismas, generado por la educación machista que hace parecer que las mujeres deben ser siempre perfectas.

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